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Málaga, Spain
Libros, revistas y periódicos son mi Santa Compaña. Lector diario. Amigo de un cuaderno y un bolígrafo. Espectador y contador de la realidad. Pasajero de la vida. Soñador inquieto. Investigador de todo. Pecador en la curiosidad. Añorador de lo pasado y deseoso de lo futuro. Aquí estoy sólo con mi curiosidad.
Uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que ha leído. Jorge Luis Borges, escritor y una de las grandes injusticias de los premios Nobel.

De los medios de comunicación de este mundo yo sigo prefiriendo un beso artesanal. Mario Benedetti, poeta y soñador de un mundo mejor.

Para sobrevivir, tengo que contar historias. Umberto Eco, profesor, novelista, periodista y guía espiritual en el mundo de la comunicación.

27 jul 2016

Un año de aventura


Ya hace un año que comenzó la aventura. Lo más natural ante cualquier pregunta previa antes de partir era encogerse de hombros. Nadie sabe todavía cómo va a salir esto. Cargamos el coche y marchamos hacia el futuro. Todo cambió. Los lugares y las historias que contar ya no son los mismos. Hubo un mundo fuera de la política de una pequeña comarca al norte de Córdoba y la Agricultura.

Ahora otros temas ocupan la agenda. Hay entrevistas, reportajes, crónicas… Ante la grabadora han pasado pintores, cantantes, bailarines, actores, directores de cine, personajes de alta sociedad, empresarios o personas comunes, que suelen ser las historias más sorprendentes. Hay más cultura, sociedad, lugares que retratar y experiencias que describir. Ha cambiado el qué, el quién y el dónde, pero sigue intacto el cómo y el por qué.

No hay mucha distancia en la forma de relatar. Sigue habiendo una libreta llena de papeles, tachones y apuntes. Persiste el bolígrafo medio gastado, siempre azul o negro. Sigue habiendo calzado cómodo para caminar con los ojos bien abiertos. Una cámara, que pasó de la difunta Canon a la nueva Nikon. Siguen estando las ganas de saber qué pasa. La ilusión al conocer nuevas historias. El mal humor cuando las líneas no se hilvanan. Persiste la eterna costumbre de preguntar y preguntar. No decae la sonrisa en los peores días y la indignación ante ciertas historias. Sigo yendo a mirar y resistiéndome a hacer las cosas por teléfono.

Pocos han sido los cambios en la forma de hacer las cosas. La principal diferencia es el tiempo que se dedica a cada historia. Recibo menos llamadas de políticos acostumbrados a controlar el cortijo –a partir de ahora habrá aluvión por hablar–. No me enfado ante casi nada porque no aporta valor a lo que hago y, sobre todo, sé que una negativa a tiempo es una victoria.

Sigo haciendo todo esto porque me gusta, porque es lo que sé hacer y porque me divierto. Sigue habiendo los chutes de adrenalina, necesarios para los adictos. No falta la pasión y las ganas de aprender, por eso sigo estudiando y desarrollando un doctorado que algún día será una realidad. Un reto que fue determinante para el cambio de aires. Llegará un pequeño terremoto pronto y habrá una nueva dimensión. Va un año de aventura y no sé cuántos más quedarán, pero ya podemos apagar la primera vela en este nuevo destino donde seguimos para contar lo que pasa.